Zygmunt Bauman: desigualdades sociales, felicidad e infelicidad, riqueza y pobreza.

El pasado día 4 de febrero se publicó una conferencia del profesor Bauman en la Fundación Rafael del Pino, en Madrid. Conferencia que era una excusa para presentar en España su último libro: ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? (Paidós, 2014). En ella habló, entre muchas otras cosas, de las desigualdades sociales; de que un 1% de la población controla el 83% de los recursos; de desigualdades extremas; de como el concepto de felicidad ha cambiado en el tiempo, de una felicidad que antes se asociaba al esfuerzo colectivo, a una felicidad actual que se asocia con el consumo y la competitividad; de que el amor está colonizado por el consumismo; de que el concepto vebleniano del instinto de trabajo, el trabajo bien hecho, va desapareciendo; del cambio del esfuerzo colectivo a una enorme competitividad; de la felicidad a través de las compras; de la necesidad de que la libertad vaya unida a la seguridad; de la desaparición de la negociación colectiva en el mundo del trabajo; de la insolidaridad entre los trabajadores debido principalmente a que se consideran enemigos potenciales por la competitividad; de la fluidez del poder, entendiéndolo como la capacidad de que se hagan cosas, y de la política, como la capacidad de decir qué cosas hay que hacer; de la incapacidad de resolver los problemas actuales, solventado solo lo temporal; de los seres humanos humillados, impotentes, indefensos, despreciados, que carecen cada día más de autoestima, de que se les culpabiliza de su progreso, de su destino; del cada vez más uso de las redes sociales ante el temor de quedarse solos ante la vida, de sentirse abandonados a su suerte, de quedarse fuera de la sociedad, de andar continuamente sobre terrenos inciertos; del paso de la interdependencia de los trabajadores y los empresarios a la facilidad actual de romper esa relación, posibilitada principalmente por la globalización y la deslocalización de las empresas.
Este fue parte de su diagnóstico de la sociedad, que probablemente podamos compartir una gran mayoría de la población; a mí me faltó el tratamiento necesario para abordar esa(s) enfermedad(es) social(es). El planteó que en su juventud los individuos sabían qué había que hacer y quién debía hacerlo, eran momentos de solidez, ahora parece que no está tan claro, todo es muy líquido.
Bauman: un viejo sociólogo con la fuerza y el vigor de un joven.

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