MENOS POBRES PERO MÁS IGNORANTES

ECONOMÍA/EMPRESAS - INVESTIGACIÓN

Mejora de la economía: menos pobres pero más ignorantes

La desigualdad en el acceso a bienes se redujo, no así en años de estudio

El aumento del ingreso y el empleo de los últimos años tuvo un fuerte correlato en el acceso en la población más vulnerable a bienes de consumo duradero. Sin embargo, esa mejora económica no se trasladó de forma significativa en otras dimensiones del bienestar, como el clima educativo y el hacinamiento.
Esa es una de las conclusiones que surgen del cuaderno sobre desarrollo humano presentado ayer por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) bajo el título “Desigualdad multidimensional y dinámica de la pobreza en Uruguay en los años recientes”.
Entre 2006 y 2011, “se detectan aumentos significativos en los ingresos y en el acceso a bienes durables de los sectores bajos y medios”, señala el informe realizado por los economistas Marco Colafranceschi, Elisa Failache y Andrea Vigorito, del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración (UdelaR).
“Mientras tanto, las mejoras en términos de clima educativo y hacinamiento han sido mucho más moderadas y más centradas en los sectores medios”, concluyen.
Desigualdad
Al analizar la desigualdad de los uruguayos en cada una de las dimensiones estudiadas, los investigadores encontraron que el aumento del ingreso y el abaratamiento de los bienes de consumo durable –por la baja en la cotización del dólar–, produjo un “acortamiento de las distancias en su posesión”.
De hecho, el índice de Gini de esta dimensión –un indicador que mide la desigualdad, cuando vale 0 indica una situación extrema en que todos poseen lo mismo y en 1, la totalidad de los bienes se concentran en un único individuo–, pasó de 0,375 en 2006 a 0,282 en 2011, con un retroceso de 24,8%. Se trata de la dimensión del bienestar en la cual hubo una mayor reducción de la desigualdad.
Por el contrario, el clima educativo –entendido como el promedio de años de educación formal aprobados por los miembros del hogar mayores de 21 años–, fue la dimensión estudiada donde hubo una menor reducción de la desigualdad durante el período, con un valor del índice de Gini que pasó de 0,231 a 0,223, lo que implicó una baja de 3,5% en el indicador.
Si bien los investigadores reconocen que es una variable rígida en el corto plazo, sostienen que estudios de más largo aliento llevan a las mismas conclusiones. De hecho, entre 1981 y 2010, la diferencia en años de educación de la población ocupada entre el primer y el último quintil de ingresos se agrandó, de 4,6 a 6,1.
El indicador de desigualdad de ingresos, por su parte, muestra un fuerte retroceso que, según los autores del informe, se debe al “aumento de las transferencias no contributivas, a la introducción del IRPF y a la reducción de la desigualdad en el mercado laboral”. Al mismo tiempo, señalan que “los diferenciales salariales por niveles educativos cayeron en el período”.
Política social
En términos de política, el estudio sostiene que se necesita un cambio de foco en las políticas sociales, hasta ahora concentradas en la desigualdad de ingreso y no en otras dimensiones relevantes, que afectan la calidad de vida de la población. Los autores hablan de “una nueva generación de políticas redistributivas que profundicen los logros, al tiempo que fortalezcan en mayor medida los vínculos entre el ingreso y otras dimensiones del bienestar, como vivienda, salud y educación”.
Otro enfoque de la pobreza abordado por el trabajo de investigación está relacionado con la vulnerabilidad en términos de ingresos. Es decir, el riesgo que tienen los uruguayos que hoy perciben ingresos adecuados para satisfacer mínimamente sus necesidades básicas, de caer en la pobreza.
En ese aspecto, el estudio no es concluyente. Dependiendo de los parámetros tomados por los investigadores, la vulnerabilidad fluctúa entre 11,6% y 62,3%. Sin embargo, reconocen que el riesgo de caer en la pobreza es mayor “para los hogares con jefatura femenina, jefes con educación menor que primaria completa y afrodescendientes”.
En ese sentido, sostienen que la protección social no solo debería considerar a los uruguayos que presentan privaciones en la satisfacción de sus necesidades, “sino desarrollar acciones hacia quienes están en riesgo de caer en situación de privación, para estabilizar sus logros”.

Un seguimiento a los desempleados

En una muestra de población compuesta por hogares que en 2004 enviaban a sus hijos a la escuela pública, los autores encuentran que la amplia mayoría de quienes entonces estaban desempleados, en 2011 habían encontrado un empleo. Los datos de seguimiento realizados a esa población arrojan que 68,7% de quienes buscaban sin éxito en ese momento su inserción al mercado laboral, cinco años después la habían conseguido. Solo 9,1% de ellos sigue sin encontrar un trabajo, mientras que entre aquellos que tenían un empleo en primera instancia, solo 3,9% hoy está desocupado. El resto son inactivos.

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