SOCIALIZACIÓN
La educación como fenómeno social: mantenimiento o
ruptura del papel socializador y regulador de la institución educativa
Socialización primaria y
secundaria
Antes que nada, recordaremos lo que se
entiende por socialización: este proceso tiene dos momentos claves: la socialización
primaria y la socialización secundaria. La primera se da en la primera infancia
y en la familia, en dónde el niño adquiere el lenguaje, los hábitos que le
transmite el mundo adulto, e interpreta la realidad, de acuerdo a los criterios
aprende en su núcleo familiar.
La segunda, implica la inserción
de los niños en el mundo objetivo de la sociedad de la que forma parte, y
tradicionalmente estuvo a cargo de la escuela.
Es después de mediados del
siglo XX, cuando, junto con la crisis del estado de bienestar, comienzan los
cuestionamientos al rol socializador de las instituciones educativas, el cual
se había cumplido con éxito durante casi un siglo.
Intentaremos explicarnos
las causas de esta crisis, así como el posicionamiento actual de las
instituciones educativas - particularmente de la escuela- como agente de
socialización, a través de la mirada de algunos autores. Hemos seleccionado
para el tratamiento de este tema a tres contemporáneos argentinos: Carlos Cullen, Juan
Carlos Tedesco y Emilio Tenti Fanfani, resulta interesante reparar en que
aspectos difieren y coinciden estos autores.
Un proceso exitoso
Cullen nos dará una breve
mirada histórica sobre la función socializadora de la educación,
particularmente de la llamada “Escuela
civilizatoria” de los siglos XIX y XX, para luego introducirnos en las
disfuncionalidades que presenta ese modelo en la actualidad.
Dice Cullen “La educación, en su sentido más amplio, es
una práctica social o un conjunto de prácticas sociales, consistente en
socializar mediante la enseñanza de conocimientos” (Cullen 1999 p.17) esto
es decir, que en la propia definición de educación, está implicado el objetivo
de socialización.
En la educación confiaba
la familia para el ascenso social y para
formar “un hombre de bien, o una mujer de respeto”, la escuela pública
podía satisfacer esa demanda.
Pero las expectativas no
eran sólo de la familia: la educación está muy ligada al tema del poder y del
control social; quienes detentan el poder, precisan para sostenerlo una base de
consenso y legitimidad, que se obtiene a través de la educación. Se precisa que
los futuros ciudadanos internalicen “ las normas sociales y la culpa por su
transgresión”.
Orden para progresar era el lema de la
modernidad, y sus herramientas
principales eran la familia y la escuela.
Fue, entonces, una
constante de la primera mitad del siglo XX la confianza de los ciudadanos
uruguayos en la educación como factor de socialización y ascenso social. Lo que la clase privilegiada obtenía por
herencia, la clase media y la popular, podrían accesarlo meritocráticamente, a través de su formación.
Las familias, que
constituían el primer agente socializador, entregaban confiadas sus hijos a la
escuela vareliana, la que formaba ciudadanos trabajadores, honestos y educados.
Parafraseando a Cullen,
diríamos que en esos tiempos, la educación consistía en la transmisión de
saberes, necesarios para conservar el orden vigente; de ese modo, transmitía
una moral que establecía lo permitido y lo prohibido y , por lo tanto, una
forma determinada de convivencia social. Estas normas, eran las avaladas por la
mayoría y no se pensaba en criticarlas.
Acceder a esa formación
era derecho de todos, que el estado debía garantizar y lo hacía a través de la
escuela pública.
El proyecto de la escuela
de la modernidad, es progresista en su contexto, ya que se basa en la
objetividad de la ciencia, y en el respeto al orden que llevaría al constante
progreso, contraponiéndose a los criterios anteriores, basados en la tradición
o en lo religioso.
“(
se diferenciaba entre) . . .quienes necesitan solamente una educación básica
para saberse fuerza de trabajo intercambiable (mero valor de cambio, despojado
de resistencia culturales) y legitimadores con su voto del poder social, guardián
del libre mercado, y quienes necesitan , además, una educación
superior(elitista) para saberse dueños de la fuerza de trabajo y controladores
por su poder económico, de las reglas sociales de la convivencia.
Aparece
entonces el mandato de que la escuela forme buenas personas ,que internalizan
como deber las normas sociales, y buenos ciudadanos, que se saben parte del
estado moderno, y legitiman la autoridad, porque la eligen como sus representantes y cuidadores del cumplimiento del derecho
constituido. Con todos sus avatares, la escuela moderna cumplió su misión
moralizante y civilizante, logando la cohesión social y la integración en una
sociedad cada vez más segmentadora y fragmentada.”
(Cullen 1999 p.24)
Pese a las críticas que
pueda merecer desde el presente, como socializadoras, la familia y la escuela
de esos tiempos, fueron éxitos y como tales se percibían socialmente.
Crisis de la función de
socialización
A partir de los años 60,
ese modelo entra en crisis. Es en realidad, es la sociedad moderna la que ha
entrado en crisis. Con la crisis del estado de bienestar, las demandas del
movimiento popular explotan, en los 60 se ve “el mundo justo” a la vuelta de la
esquina, y en los 70, irrumpen
las dictaduras que aplastan las rebeliones y comienzan a imponer el modelo
neoliberal.
A partir de los 80, cambian la velocidad y las posibilidades de
las comunicaciones ,la interdependencia de los países, se produce dispersión de los mecanismos legitimadores del
poder social. Por otra parte, el modelo globalizador provoca la exclusión de
muchas personas, quienes se ven desprovistos de sus derechos como ciudadanos,
aumenta la segregación residencial, se profundiza la brecha social.
“Una
constante en los diagnósticos de la crisis como en las propuestas de
transformación educativa, aparece como la necesidad de reformular la función
social de la escuela, por el desfasaje que parece sufrir en relación con las
necesidades del modelo económico vigente y con las contradicciones del estado
para sostenerlo.” (Offe 1995- citado por
Cullen)
Cullen aclara que la escuela no debe cambiar
para formar ciudadanos que se “adapten” a este modelo económico y se eviten las
crisis sociales, (como en el anterior modelo) ; la escuela debe formar ciudadanos, que, con una visión
crítica de la sociedad y el estado, breguen por una justicia social y política,
desde la lealtad al sistema democrático.
“Como
parte de una justicia política, en un estado democrático la función social de
la escuela es, ciertamente, enseñar, pero como un socializar mediante la
enseñanza de saberes, legitimados públicamente, para responder adecuadamente a
las demandas sociales de aprendizaje, interpretadas equitativamente.”
(Cullen 24)
El problema es quiénes
tienen condiciones para ejercer su ciudadanía en las condiciones actuales, hay
acuerdo en los autores: aquellos que no tienen sus necesidades básicas
satisfechas, quienes son portadores de derechos que no están gozando, tampoco
las tienen para ejercer su ciudadanía.
La difícil convivencia en
un sistema económico excluyente
La mirada de Juan Carlos Tedesco comienza estudiando el actual modelo
neoliberal. El nuevo
capitalismo, genera fenómenos de
exclusión, de marginalidad ,que, justamente se caracterizan por la
fragmentación, la segregación residencial, la pérdida de capital social, el
aislamiento.
En este nuevo capitalismo, en consecuencia,
vivir juntos no es una consecuencia “natural” del orden social. Vivir juntos
sólo puede ser el producto de una decisión política, voluntaria, consciente. Según
este autor estamos en el momento justo en donde deberemos tomar una opción
clave:
“ . . . vivir juntos o entrar en la lógica fundamentalista donde el diferente
es el enemigo” (Tedesco 2003)
El autor sostiene, que en
este nuevo capitalismo, existe un pensamiento único, sin pretensiones de ser
hegemónico. Según su visión, para ser hegemónico debiera verse una voluntad de
imponerle a la sociedad ese pensamiento único, y no la hay. Cree Tedesco, que
el pensamiento neoliberal se impone por falta de alternativas; habiendo caído
el modelo socialista, no hay contrapartida. “ El 'pensamiento'
neoliberal es único porque no aparecen alternativas, pero
no es hegemónico porque no convence y no es capaz de incluir a todos. Al
pensamiento único no le interesa la adhesión. El nuevo capitalismo no se
plantea convencer. Simplemente deja
afuera y, en ese sentido, es incompatible con la democracia y es incompatible
con la política” (Tedesco en Propuesta
2003)
El capitalismo industrial,
con sus luchas de clases, era incluyente; por lo tanto, el sistema educativo y
los medios de comunicación respondían a un modelo basado en la oferta, que
“vendía” el mismo producto. Las instituciones encargadas de transmitir la cultura,
de socializar a los niños eran
fundamentalmente, la familia y la escuela.
En cambio, en el nuevo sistema, los sistemas
de transmisión cultural han cambiado, siendo relevantes la TV e internet,
basados en la demanda, así como la
escuela para “el cliente” ,también basada en la demanda.
El que la familia y la escuela estén
cuestionadas a la vez como agentes de socialización no es casual, ambos fenómenos son interdependientes, ya que
están relacionados con el modelo imperante en el presente.
En cuanto a la familia:
“ Diversos estudios indican que son cada
vez más los adultos que consideran que no deben transmitir a sus hijos una
determinada visión del mundo sino la capacidad para elegir y formar
autónomamente su propia concepción. La familia contemporánea tiene
tendencia
a asumir la forma de una “red de relaciones” que, en lugar de ser responsable
de transmitir el patrimonio cultural y moral de una generación a otra, tiende
ahora a privilegiar la construcción de la identidad personal” (Tedesco 2003)
En
las familias, que se sienten formadas por iguales, no hay transmisión
sino intercambio: “. . . es que la democracia se extiende a la vida
privada y al ámbito de los estilos de vida, al mismo tiempo que pierde
importancia en el ámbito de la vida pública. Para decirlo en palabras del
propio Laïdi, la lógica ciudadana coloniza el espacio privado (Laidi citado por Tedesco)
El
núcleo familiar, además de haber cambiado su composición, de hogares nucleares,
a hogares monoparentales ,o compuestos (madre con hijos o madre con su pareja e
hijos ) establece vínculos solidarios entre iguales, no asume la transmisión
cultural generacional. “¿cómo pensar la transmisión en una sociedad que no
reconoce otro valor más que el valor de cambio? ¿ Qué sentido otorgar a la idea
de transmisión en una sociedad donde el saber es pensado y percibido como algo
cada vez más fluido, amenazado de obsolescencia permanente y medido en función
de su utilidad económica?” Tedesco 2003)
M.
Mead
en la década de los 70,distinguía tres modelos de transmisión, el
prefigurativo, el cofigurativo y el postfigurativo. El primero, en el cual los
adultos conocen y enseñan los valores de la sociedad a las nuevasgeneraciones,
corresponde a las sociedades llamadas tradicionales. El segundo, donde adultos
y jóvenes aprenden al mismo tiempo porque todo es nuevo para ambos, corresponde
a sociedades que pasan por una etapa revolucionaria o viven procesos masivos de
migración e incorporación a nuevas culturas. El tercero, que según M. Mead
corresponde a la sociedad actual, es aquel donde los jóvenes son quienes saben
y quienes enseñan.
Según esta autora, ya no hay padres que
transmitan sino pares: ...) "...los
adultos de hoy deben interpretar que su propio pasado es incomunicable y deben
enseñar a sus hijos, por mucho que ello les duela, que no tienen que
interrogarlos, porque nunca podrán entender. Necesitamos convencernos de que
ninguna otra generación experimentará jamás lo que hemos experimentado
nosotros. Desde
este
punto de vista hemos de reconocer que no tenemos descendientes, del mismo modo
que nuestros hijos no tienen antepasados. . .
En este punto de ruptura entre dos grupos radicalmente distintos e
íntimamente vinculados, es inevitable que ambos estén muy solos”
En cuánto a la función socializadora de la escuela el autor se manifiesta
repensando dicha función a las características del mundo actual: la escuela en relación a la cultura
“ . ..
consiste en la formación del núcleo estable, de los marcos de referencia, que
permitirán enfrentar los cambios permanentes a los cuales nos somete la
producción cultural del nuevo capitalismo. Dichos marcos de referencia son
tanto culturales como cognitivos. Desde el
punto de vista cultural, las informaciones y las opciones de conductas
son procesadas a través de una serie de operaciones de identificación, de
conocimiento, de diferenciación, de adhesión o de rechazo, que suponen la
existencia de un núcleo cultural básico, desde el cual es posible elegir y
responder a los mensajes culturales. Desde el punto de vista cognitivo sucede
algo similar: el acceso a las informaciones provoca procesos de comparación,
asociación, transferencia, etc. que dependen del desarrollo intelectual del
sujeto. Cuando este núcleo cultural y cognitivo no está constituido o lo está
muy débilmente, los riesgos de alienación y de dependencia aumentan considerablemente,
ya que los medios de comunicación, particularmente la televisión, no han sido
concebidos para formar este núcleo. La oferta de los nuevos medios y agencias
de socialización supone que los usuarios ya tienen las categorías y las
capacidades de observación, de clasificación, de comparación, etc., necesarias
para procesar e interpretar el enorme caudal de datos que ellos ponen a nuestra
disposición.”
Para Tedesco, la escuela debe
introducir elementos que la sociedad no está
ofreciendo naturalmente:
“Aprender
a vivir juntos, por su parte, implica vivir experiencias de contacto con el
diferente, experiencias de solidaridad, de respeto, de responsabilidad con
respecto al otro, que la sociedad no proporciona naturalmente. La escuela
puede, en este sentido, recuperar su función cultural a través del desarrollo
de experiencias que no tienen lugar en la cultura externa. Dicho de otra manera, la escuela puede cumplir un papel
cultural y social significativo si asume un cierto grado de tensión y conflicto
con la cultura. Su papel no es“adecuarse” a la cultura popular, ni tampoco, por
supuesto, aislarse ni vaciarse de contenidos por la vía del empobrecimiento de
los contenidos que ella transmite.
La idea central consiste en
recuperar el carácter de la escuela como espacio donde es posible programar
experiencias discutidas socialmente.”
Lo que se plantea, en definitiva, es una
acción contracultural de la escuela, con todo lo que esta postura conlleva, el
trabajar “contra-corriente”, teniendo en cuenta, que hasta épocas relativamente
crecientes, familia, escuela y sociedad, trabajaban en la misma dirección,
transmitiendo un cúmulo de valores y conocimientos, avalados por la mayoría de
la sociedad.
En ese punto también coincide Tenti
Fanfani :
“Por el
contrario, podríamos decir que el currículo escolar argentino
actual es contracultural (hasta
cierto punto, por
cierto) en la medida en
que no es lisa y llanamente neoliberal.
Un ejemplo basta para corroborarlo. Mientras la sociedad actual privilegia los valores materialistas (la riqueza, la ganancia, el
consumo ostentoso, la frivolidad, etc.)
por sobre los del espíritu (las cualidades morales o éticas, el
conocimiento, la sabiduría, las artes, la seriedad, etc.) el currículo oficial de la escuela (y la propia tradición cultural de la mayoría
de los docentes) privilegia los segundos. Mientras en la sociedad prima una
cierta tolerancia por las desigualdades sociales, en la escuela predomina la
visión de una sociedad igualitaria con diferencias predominantemente
funcionales, pero igual dignidad para todos.”(Tenti
Fanfani 2003)
De allí la sensación social de una demanda
permanentemente insatisfecha en dónde los distintos actores sociales nos
culpamos mutuamente: “La culpa es de la familia” dicen los vecinos (y también
los maestros), “Esto pasa porque en la escuela no le enseñan educación”, dicen
los que educaron a sus hijos en décadas pasadas, “se han perdido los valores”,
“Eso viene de la casa”, y así podríamos seguir, pero el resultado concreto es
insatisfacción social, desconfianza y alejamiento entre padres y maestros,
falta de referentes para los niños.
¿Quién
educa?
En cuanto a la modalidad que adopta el
modelo neoliberal en lo referido a la transmisión cultural, Fanfani y Tedesco
tienen una visión diferente. Fanfani cree que existe en el sistema único del
mundo, una vocación hegemónica.
Hegemonía significa . . . “la voluntad de imponer
al conjunto de la población,
los contenidos culturales, la
visión del mundo, propia del sector social dominante".
,l
igual que los demás autores trabajados, Fanfani asume la realidad de las
grandes masas de excluidos que quedaron en el mundo como producto de la
aplicación del modelo liberal. Este autor manifiesta que los excluidos no son
indiferentes, quieren ser incluidos . . .en el mundo capitalista, en el consumo.
“Hoy, ese
ímpetu educativo del
primer capitalismo parece
haberse debilitado. Cada
vez cuesta más que el Estado financie y expanda los servicios educativos
de calidad. Cada vez interesa más la escolarización y menos
el desarrollo de
conocimientos, competencias y valores en
las personas. ¿Esta es la evidencia mayor de que "al sistema
capitalista" no le interesa influir sobre la subjetividad de los excluidos
del mercado de trabajo (aunque no del consumo
de bienes materiales
y simbólicos del
capitalismo) o bien significa
que la socialización
necesaria para el control de la
población se realiza por otras vías,
menos formales y explícitas y por lo tanto menos "políticas"? “ (Fanfani
2003)
Otros
“dispositivos de transmisión cultural” sustituyen a la escuela que, para
muchos, está pedagógicamente obsoleta, además de no lograr la integración
social. Fanfani cita a Perelman: “Investigadores
han demostrado que
la escuela tiene
efectos nefastos sobre
aquella: el fracaso escolar, que
afecta a la mayoría de los estudiantes,
los hiere en su amor propio, mientras que el éxito le proporciona a los pocos
elegidos una sensación de seguridad y un sentimiento de superioridad “
Es
casi obvio aclarar, que quienes se sienten incluidos, en su casi total mayoría
pertenecen a las clases medias y altas.
Pero si
la escuela no logra la inclusión social, no cumple con su función de
socialización, ¿Cómo explicamos que la mayoría de la sociedad, comparta
conceptos, valores, prejuicios?
¿Cómo
justificamos que nuestro pequeño país, que fue llamado hiperintegrado se esté
partiendo en dos? En dos partes claras: de un lado, los que se sienten
portadores de la honradez, el trabajo, los valores, la decencia; del otro, los
excluidos con la presunción sobre ellos de delincuencia, drogadicción,
violencia. Unos contra otros.
Es más, muchas veces, también son portadores de estos prejuicios los propios maestros responsables de la educación de los niños pobres.
Es más, muchas veces, también son portadores de estos prejuicios los propios maestros responsables de la educación de los niños pobres.
“La mayoría de la población cree en el
mercado como mecanismo más eficiente (¡casi único!) de asignación de recursos,
cree en la "ley de la oferta y la demanda", en el carácter sagrado de
la propiedad privada, en un Estado que es corrupto, burocrático que tiene que
ser mínimo y no intervenir en la economía, etc., etc. Es hasta ingenuo
preguntarse "quién enseñó" estos contenidos, en
qué currículo y
en qué programa
escolar estaban incluidos.
En verdad, podríamos decir que no
los enseñó (en el sentido fuerte de una acción pedagógica formal e
institucionalizada) nadie y fueron aprendidos por la mayoría. Porque las "cosas sociales" educan a través de
la experiencia (la vida, el trabajo, la
posición que se ocupa en los
mercados, etc.). Y los medios masivos de comunicación (con sus
"comunicadores exitosos") hicieron el resto: convirtieron una
experiencia en una doctrina . . .” (Fanfani
2003)
Fanfani
cree, al igual que Tedesco, que existe un debilitamiento de las
instituciones de socialización, tales como la familia
y la escuela
y que se han sustituido por
el consumo y
los medios masivos
de comunicación, pero ambos
autores discrepan en cuanto a la causa: Tedesco cree que es por una primacía de
la demanda en tanto Fanfani cree que esa demanda ha sido creada por el mismo
sistema para perpetuarse.
Ambos
autores (Tedesco y Fanfani), tienen dos visiones distintas en lo que hace al mismo
proceso socializador: en tanto Tedesco mantiene la postura más conocida que
estudia la socialización desde instituciones socializadoras (familia y
escuela), Fanfani mantiene un punto de
vista más novedoso y dinámico haciendo hincapié en los aspectos menos
institucionalizados del proceso de socialización ,pero no por ello, menos incidentes
en el mismo: “Pero lo que no está en
crisis porque no puede estarlo es lo que en el
siglo XIX se llamaba "la educación objetiva o educación de las
cosas". En este sentido, la casa donde se habita, el lugar que se ocupa en
la familia, el tipo de familia, el barrio, la lengua que se habla, la comida
que se come, los lugares que se transita, la ropa que se viste, etc.
"educan"). Precisamente esto sucede cuando no se reconoce cuánto de
no institucional, de no formal, de espontáneo, de "natural" y no calculado
tiene el proceso de socialización. La confusión puede encontrar origen en una
especie de sobrevaloración de una visión pedagogicista de la transmisión
cultural: que supone "ámbitos institucionales" especializados, un
contenido a transmitir (una "referencia absoluta"), las mediaciones, etc.
Cuando se tome conciencia de que
lo más importante en el proceso de socialización transcurre en el
ámbito de lo no pensado y no planificado, entonces la idea de crisis del
proceso de socialización tendrá un carácter más relativo.”
¿Por qué no es posible prescindir de la
función de socialización de la escuela?**“Hay ciertas
cosas que es preciso aprender (en especial el aprender a aprender, hecho de
competencias genéricas y poderosas tales
como el dominio de los lenguajes naturales y simbólicos, la lógica científica
de las ciencias naturales y humanas, etc.) y que sólo allí se pueden aprender;
es decir, que no se aprenden ni en la familia (por más capital cultural que dispongan
sus miembros adultos) ni en todas las
instancias de producción y difusión de bienes
culturales.”
Y nada
más ni nada menos, que para poder convivir juntos (sobre esta idea, volveremos
más adelante)
Sin
embargo, los sistemas actuales se desinteresan cada vez más de la Educación
pública, ante lo cual ,Fanfani especula sobre varias posibilidades:
-se ve a la escuela como una institución obsoleta(
recordemos lo que hablamos sobre la contracultura)
- porque reemplazar a la escuela con medios
tecnológicos implicaría un gran negocio ,
- porque
no tienen interés en distribuir el conocimiento más que entre la élite que se
educa en ámbitos privados,
- a
causa de que los valores que a la clase dominante le interesa que tengan las
demás clases, no se transmiten a través de la escuela sino, por ejemplo, a
través de los medios de comunicación.(competencia, excelencia, individualismo,
etc.)
Pero de
ninguna manera, se plantea una postura de resignación o naturalización:” . .. no basta constatar y demostrar que hoy la
escuela sino se hace necesario rendir cuentas de este fenómeno que no tiene
nada de natural ni de inevitable. Por el
contrario, debilitamiento de la escuela (de la escuela pública habría que
agregar, no de las escuelas privadas de elites que cada día gozan de mejor
salud) es también el resultado de políticas activas o pasivas formadas por
acciones y omisiones bien concretas que es preciso analizar y denunciar (por
ejemplo, de desfinanciamiento, de abandono, de reformas equivocadas, etc.). De
este modo, la desinstitucionalización deja de ser una fatalidad a la que hay
que adaptarse sin más, sino un proceso bien real con sus protagonistas,
intereses, relaciones de fuerza, conflicto, etc.”
¿Qué
se puede aportar para reconstruir la función socializadora de la escuela?
Los
tres autores coinciden en los dos pilares de la educación en el siglo XXI :aprender a aprender y aprender a vivir
juntos. Los humanos deben poder
seguir construyendo su historia juntos; de lo contrario, nos iremos pareciendo
a esas películas de ciencia ficción que presentan un mundo devastado, en donde
se hace realidad la pesadilla de Hobbes : todos contra todos.
Como lo
indica el autor, los valores no son únicos ni eternos, se construyen, se
mantienen, se cambian, y la lucha por los derechos es el motor permanente de la
humanidad. En esta época, cuando se habla del “fin de la historia” y del “fin
de las ideologías” se tiende a olvidar todo lo que hay en la historia de
política y de voluntad colectiva organizada, esto es, cuánto depende de
nosotros mismos.
Acordamos
en que la sociedad de consumo está transmitiendo valores y comportamientos que
no son los que nos hacen dignos de ser humanos, por lo tanto la escuela tiene
que trabajar contra la cultura imperante, como dice Fanfani sin la ingenuidad
de la década de los 60, (que creía en una escuela totalmente liberadora y
constructora del hombre nuevo) pero sí, esperanzada en su función.
Ya que
la vida, el mercado, los pares, los medios, todo educa e inculca valores,
gustos, predisposiciones, la escuela debe introducir en su trabajo lo que
naturalmente no se da :
“supone
introducir en la escuela la
posibilidad de vivir experiencias que no se producen “naturalmente” en
el espacio externo a la escuela”
Para
esto la escuela precisa todos los recursos institucionales, culturales,
pedagógicos, didácticos, porque la escuela está compitiendo con los medios de
comunicación, pretendiendo formar sujetos sabios competentes y críticos.
Para
esto se deben transmitir las herramientas más poderosas de la cultura acumulada
por la humanidad , como lo hacen las élites desde los colegios privados (dice
Fanfani) , sólo que, en algunos casos en
la educación privada, estas herramientas vienen acompañadas de valores
tales como el
egoísmo, el consumismo, la competencia, el cinismo, la tolerancia
frente a las desigualdades y a las miserias
del mundo. Por eso, en la escuela
pública, en donde predomina la lógica del interés general, y de la inclusión
social, se debe estimular la apropiación de lo mejor de la cultura disponible, pero,
como bien marca el autor, no nos alcanza con lo mejor de la ciencia y la
tecnología:
“
Pero quienes queremos
no sólo el progreso,
entendido como liberación del hombre de los determinismos que devienen
de la naturaleza, sino también de la dominación de unos hombres sobre otros
hombres, debemos incluir en el
"programa de socialización" no sólo las herramientas que le permiten
al hombre reforzar su poder sobre la naturaleza, sino las herramientas intelectuales y morales (los valores universales
históricamente construidos) que le permitan
liberarse de las
otras dominaciones (la del género, la riqueza, la etnia, la religión,
etc., etc.). . . . La educación espontánea de las cosas (la del mercado y
sus leyes, la de la escasez y la exclusión, la de la explotación, la de
los medios orientados a la búsqueda de la ganancia y el rating, etc.) tenderá a
la reproducción de una hegemonía que es tanto más poderosa cuanto menos se
presenta como el resultado de una inculcación y puede entonces rodearse de
todas las cualidades de lo obvio y natural”
La
lectura de este artículo de Fanfani nos deja clara su postura ante los
problemas de socialización de las instituciones educativas del presente:
- El
modelo neoliberales único, hegemónico y dominante en el mundo ha penetrado las
conciencias a través de los medios de comunicación ,el mercado, la sociedad en
general y a veces, también a través de las instituciones que no presentan
alternativas.
- Este
modelo genera exclusión, marginalidad, segregación residencial, retroceso en
los derechos humanos de millones de personas.
- “La escuela
pública puede constituirse en un espacio contracultural, a condición que sus
protagonistas se lo propongan. Su fuerza dependerá de la cantidad y calidad de
recursos de diverso tipo que logre movilizar y de la inteligencia que use para
emplearlos.”
Maestra Anabel Rocha (charla
para concursantes ADEMU 2011)
BIBLIOGRAFÍA
Cullen
Carlos “Autonomía moral,participación ciudadana y cuidado del otro”
TEDESCO,
Juan Carlos, “Educación y hegemonía en el nuevo capitalismo. Algunas hipótesis
de trabajo”, en Propuesta Educativa, FLACSO, Buenos Aires, 2002.
TENTI
FANFANI, Emilio, “Socialización”, en ALTAMIRANO, Carlos (Ed.), Términos
críticos. Diccionario de sociología de la cultura. Paidós, Buenos Aires, 2002.
Tenti Fanfani Emilio: “Notas sobre la
escuela y los modos de producción de la hegemonía” Propuesta Educativa, Vol.
12, n° 26, jul. 2003
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